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blog: generando el género

Nadie va a escuchar a las trabajadoras sexuales?

3/20/2014

2 Comments

 
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El debate de la prostitución no llegará a ningún lado mientras se siga percibiendo a las trabajadoras sexuales como víctimas que necesitan ser “rescatadas” y mientras sigan siendo ignoradas, argumenta una ex trabajadora sexual en este extracto de su nuevo libro.

Melissa Gira Grant

El debate sobre trabajo sexual, sin importar lo solemnes o empáticos que afirmen ser sus interlocutores, es un espectáculo. Atrae a sus audiencias con el encanto de una crisis (¡la prostitución está arrasando con la nación!) y con la promesa de hacer el bien sintiéndose mal. Las historias tristes sobre trabajo sexual se ofrecen como lentejuelas, exhibidas para ser admiradas y barridas al momento en que termina el número. Como un premio, los organizadores pueden incluso invitar a una prostituta simbólica para mostrar una interpretación. A continuación las preguntas para ella:
  • ¿La prostitución se considera violencia de género?
  • ¿Las prostitutas son explotadas o empoderadas?
  • ¿Qué factores llevan a una mujer (siempre se habla de mujeres) a entrar o a ser forzada a entrar al mundo de la prostitución?
  • ¿Qué hay sobre “los hombres”/”los clientes”/”la demanda”?
Después están las preguntas que rara vez se ponen a debate, las que ella tiene que hacerse sola:
  • ¿Cómo definimos “prostitución”?
  • ¿Cómo lo describe la gente que vende sexo?
  • ¿Cuáles son algunos de los factores que llevan a las mujeres a no vender sexo?
  • ¿Cuáles son algunos de los factores que llevan a las mujeres a oponerse a la prostitución?
  • ¿Cómo podemos ayudar a las mujeres (y a cualquier otra persona) a entender mejor lo que realmente significa vender sexo?
  • ¿Cómo podemos asegurar que las trabajadoras sexuales lideren el debate sobre este tema, es decir, sobre sus propias vidas?
De hecho deberíamos rehusarnos a debatir. El trabajo sexual en sí, así como las inseparables vidas de quienes lo realizan, no están a debate, al menos no debieran estarlo. 

No me imagino que aquellos en contra de la prostitución, los que favorecen este tipo de debates, crean que están ponderándole a la humanidad el valor de las personas que realizan trabajo sexual. La producción de estos debates yace en la presunción de que ellos mismos son el grupo que genuinamente se preocupa por las prostitutas. Tal vez consideran que el propósito del debate sobre prostitución es cuestionar los mitos y presunciones para demostrar su propia pericia, para “sensibilizar”.

¿Qué constituye a la naturaleza de esta sensibilización, en particular la concerniente a la duradera y ubicua naturaleza de la prostitución, la pornografía y otros tipos de comercialización del sexo? Aquellos que buscan sensibilizar tienen un hambre social sobre historias detalladas y escandalosas así como por un orden social que restrinja  las oportunidades de los y las trabajadoras sexuales para expresarse sobre la realidad de sus vidas. Esta combinación de factores promueve la demanda de debates producidos específicamente para estos fines. 

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Para estimular y calendar el debate, los sensibilizadores erigen anuncios espectaculares en las carreteras; muestran fotos en blanco y negro de chicas luciendo temerosos y con letras rojas que advierten: “no está a la venta”. Contratan a amigos de Hollywood como Ashton Kutcher y Sean Penn para crear pequeños y exclusivos anuncios en Youtube a forma de servicio público en donde le dicen a sus fans que “los hombres de verdad no compran chicas”. Ocupan columnas del New York Times con columnas como las de Nicholas Kristof, quien deleita a sus lectores con sus heroicas misiones en los burdeles y barrios bajos de Cambodia y la India “rescatando” trabajadoras sexuales”.

La industria del rescate, en términos de la antropóloga Laura Agustín, deriva valor de la creación de la sensibilización: le da a estos creadores trabajos cuya efectividad es medida por una cuenta subjetiva de qué tanto se está hablando de ellos. Sensibilizar sirve para construir valor que beneficia a aquellos que lo hacen, no para los sujetos de dicha sensibilización.

Sensibilizar acerca de la prostitución no es una actividad con valor neutral. Las trabajadoras sexuales ven una conexión directa entre los recursos provenientes de fundaciones destinados a publicidad como la que aparecen en los autobuses de la ciudad de Chicago y que afirman: “Hazte Rico. Trabaja en la Prostitución. Los Padrotes Se Quedan Con las Ganancias y las Prostitutas Por Lo General Pagan Con Sus Vidas” y los recursos asignados a la Policía de Chicago para salvar a mujeres que ellos llaman “prostituidas”. Inevitablemente, estas mujeres serán arrestadas sin importar cómo se les llame; esto es una demostración del daño producido por la llamada “sensibilización”, independientemente de las buenas intenciones.

De acuerdo con el Chicago Reporter: “Oficialmente las trabajadoras sexuales no tienen muchas probabilidades de enfrentar cargos, al menos no como sus patrones o padrotes quienes sí pueden ser consignados con cargos de primera ofensa de acuerdo a la legislación de Illinois (Safe Children’s Act) vigente desde el 2010“. Pero cuando el Chicago Reporter revisó las cifras estadísticas de los arrestos, encontraron que los datos muestran que la mayoría de los arrestos relacionados con la prostitución, se hacen casi exclusivamente a trabajadoras sexuales. En los últimos cuatro años conformaron el 97% de las 1,266 condenas relacionadas con trabajo sexual en el Condado de Cook. El número no hizo más que incrementar: las condenas por trabajo sexual entre trabajadoras sexuales creció en un 68% entre el 2008 y el 2011.

Esto sucedió justo cuando grupos anti-prostitución como la Alianza de Chicago en Contra de la Explotación Sexual empezaron actividades en la ciudad, demandando que los "padrotes” pagaran. 

Con la sensibilización como meta, el debate se vuelve circular. El problema que tenemos en las manos no es: “¿Cómo podemos mejorar las vidas de las trabajadoras sexuales?” sino: “¿Cómo podemos continuar pensando en y hablando sobre las vidas de las trabajadoras sexuales para afianzar nuestro discurso sobre prostitución sin importar lo poco involucradas que estén las trabajadoras sexuales?” Tal vez aquellos que insisten en debatir, deban limitar el alcance de su solución a cómo producir debates de la mejor manera y guardar sus opiniones  referentes al comercio sexual para ellos mismos.

¿En qué postura del debate se supone que los y las trabajadoras sexuales deben estar?

Los y las trabajadoras sexuales no tienen por qué defender la existencia del trabajo sexual como condición para realizar este trabajo sin ponerse en riesgo. Para muchos, si no es que para la mayoría de las personas con un trabajo, las actitudes y opiniones acerca de nuestro trabajo cambian en el curso de nuestras vidas laborales incluso pueden cambiar de un día a otro. Las experiencias de las trabajadoras sexuales no pueden ser capturadas y encasilladas ya sea en el lado de la explotación o en el de la empoderación. De manera simultánea, deben existir estrategias para que las trabajadoras puedan identificar de manera pública y colectiva, qué es lo que quieren cambiar de la manera en que son tratadas sin que se les obligue a abandonar la industria. Sus quejas sobre trabajo sexual no deberían ser construidas, como usualmente lo son, como evidencia del deseo de las trabajadoras para salir del trabajo sexual. Estas quejas aplican para todos los trabajadores en todas las industrias y no deben hacerse excepcionales al tratarse de trabajo sexual. Como periodista laboral, Sarah Jaffee habló acerca de sus batallas en su antiguo trabajo como mesera: “nunca nadie me quiso salvar de ser la industria restaurantera”.

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El debate contemporáneo sobre prostitución parece haber evolucionado de las preocupaciones de índole moral de los reformistas de los siglos IXX y XX pero de hecho apenas ha podido restablecer la pregunta del “¿qué hacemos con la prostitución” al “¿qué hacemos con las prostitutas?” De acuerdo con los herederos de la batalla de la higiene moral del siglo XXI, esto se entiende en el enfoque de la prostituta como víctima, no como criminal. Disculpen a las trabajadoras sexuales que rehúsan la atención de todos aquellos que se niegan a escucharlas.

Lejos de tocar genuinamente las vidas de los y las trabajadoras sexuales, estos debates crean oportunidad para que los oponentes de la prostitución expongan sus contribuciones intelectuales, políticas y morales al “conflicto”. Cuando la feminista, prostituta y fundadora de Coyote (“suspende tu vieja y anticuada ética” por sus siglas en inglés) Margo St. James intentó debatir con la activista anti-prostitución Kathleen Barry en una de las primeras conferencias mundiales sobre tráfico de personas en 1983, Barry le dijo que era “inapropiado discutir sobre la esclavitud sexual con mujeres prostitutas”.

Esto sigue vigente cuando grupos anti-prostitución afirman que las trabajadoras sexuales que quieren participar en los mismos foros en los que ellos participan no son “representativas”, que son miembros de una “industria cabildera del sexo” o que están trabajando para o incluso que ellas mismas son “traficantes y padrotes”. Para mi trabajo como periodista sobre campañas anti trabajo sexual me han dicho que seguramente mi trabajo está siendo publicado solamente porque recibo un pago de mis “patrocinadores” o “padrotes”. Kathleen Barry después fundó la Coalición en Contra del Tráfico de Mujeres que introducía vagamente el término “explotación sexual” a las políticas anti-tráfico de las Naciones Unidas, que muchos usaron como sinónimo de todo el sexo comercial sin importar si están presentes o no la fuerza, el fraude o la coerción.

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La famosa ley Sueca sobre prostitución, que suele describirse como una victoria feminista por criminalizar a los hombres que compran sexo y que gente como Barry y sus aliados anti-trabajo sexual  en Equidad Ahora y en el Lobby Europeo de Mujeres venden como legislación modelo, fue emprendida sin la mínima consulta a las trabajadoras sexuales. En contraste, el modelo de discriminalización de la prostitución de Nueva Zelanda fue empujado por las mismas trabajadoras sexuales y desde entonces ha sido evaluado por ellas mismas para que funcione en su mejor interés. En lugar de evolucionar hacia un mayor involucramiento de las trabajadoras sexuales en sus propias políticas, las respuestas negativas suelen ser constantes. La Suprema Corte de Canadá accedió a escuchar un caso que podría resultar en la eliminación de leyes en contra de la prostitución y ahora, en apelaciones, la misma Corte declinó escuchar testimonios de organizaciones defensoras conformadas por las mismas trabajadoras sexuales.

Tenemos que redibujar las líneas del debate sobre prostitución. Las prostitutas están presentes en el debate o no lo están. Las trabajadoras sexuales están cansadas de ser invitadas a que públicamente se investiguen las políticas de sus propias vidas simplemente para servir como medio para cumplir las ambiciones políticas de alguien más. 

Como editora de la influyente antología “Putas y Otras Feministas” (Whores and Other Feminists), Jill Nagle escribe: “se podría argumentar que la creación del discurso feminista en torno a la prostitución por parte de no-prostitutas, excluye a la trabajadora en sí del proceso de su propia representación”.

No solamente se utiliza a las trabajadoras sexuales de manera abstracta para ayudar a las feministas a “darle voz a los que no la tienen”, esas mismas feministas después tienden a ignorar el contenido de las voces reales del trabajo sexual.

Cuando las trabajadoras sexuales son puestas en este papel, como ícono mudo o instrumento de servicio, se encarna el trabajo del “bando” anti-prostitución al denunciar la situación de las trabajadoras sexuales al mismo tiempo en que las abandonan para que ocupen el rol fundamentalmente pasivo que insisten, es el que deben ocupar dentro de la prostitución. El paralelo se vuelve aún más condenatorio cuando a las trabajadoras sexuales se les paga comparativamente menos por su participación detrás de los podios.

 “Interpretando a la Puta: el trabajo del trabajo sexual” es publicado por Verso. Melissa Gira Grant estará dando conferencia en Foyles, Londres el 27 de marzo y en el Festival de las Ideas de Bristol el 28 de marzo.

Traducido por Victoria Meza Servín para Espolea*


2 Comments
terapia de pareja link
6/11/2016 10:11:57 pm

Más que la prostitución, quien la ejerce son invisibilizadas por la falta de interés de cada administración del gobierno. Si no fuera por las organizaciones civiles, la situación al respecto estaría más crítica.

Reply
terapia de pareja link
6/11/2016 10:13:04 pm

P.d. Tan invisibilizada está esta situación que no vemos comentarios anteriores para debatir.

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