
Pocas personas fuera del ámbito médico saben qué es o se interesan por la tuberculosis (TB). Regularmente percibida como una enfermedad lejana y de adultos, la tuberculosis pasa muchas veces inadvertida por la opinión pública y l@s tomadores de decisiones que diseñan e instrumentan las políticas de salud. Lamentablemente, y lejos de ser un mal erradicado, la TB causa más de 1.1 millones de muertes al año a nivel mundial, afectando de manera particular a niñ@s, adolescentes y personas inmunocomprometidas.
¿Pero qué exactamente es la tuberculosis? En términos llanos y cortos es una infección bacteriana que daña directamente los pulmones y puede comprometer el sistema nervioso central y otros órganos vitales si no se trata oportunamente. A pesar de parecer inofensiva, la tuberculosis es probablemente la enfermedad infecciosa más prevalente en el mundo: transmisible por aire, basta con que una persona enferma tosa, estornude, hable o escupa para que los bacilos de la tuberculosis lleguen a otro organismo.
Aunque no todas las personas infectadas desarrollan la forma activa de la enfermedad, gracias a la acción del sistema inmunológico, ésta puede permanecer en estado latente durante años. Así, un solo individuo enfermo puede trasmitir los microorganismos patógenos a entre 10 y 15 personas por año. Debido a esta rápida dinámica de transmisión, la Organización Mundial de la Salud estima que, a nivel mundial los bacilos de la tuberculosis infectan a una persona por segundo; que un tercio de la población del planeta está actualmente infectada de TB; y que entre el 5% al 10% de estas personas desarrollarán la forma activa de la enfermedad.
¿La tuberculosis tiene cura? Sí. ¿Puede controlarse? También. Entonces ¿por qué me tiene que importar? Básicamente por dos cosas. Primero porque aunque existen tratamientos y formas de prevenir y controlar esta enfermedad, las barreras de acceso a los servicios de salud continúan inhibiendo el tratamiento de miles de personas alrededor del mundo (niños y niñas primero). Segundo, porque al ser una infección agresiva que reta directamente la capacidad de respuesta del sistema inmunológico, la tuberculosis se ha convertido en la mejor amiga del VIH…