¿Hacia dónde debe dirigirse la respuesta al VIH en México considerando el contexto político actual y el debate internacional rumbo al 2015?
A medida que el 2015 se acerca y llega el momento de evaluar hasta qué punto hemos alcanzado los objetivos planteados en la Declaración de 2011, es necesario hacer un balance de los logros y retos para definir hacia donde debe dirigirse la respuesta al VIH en México.
Es cierto que a lo largo de los últimos años se han realizado grandes esfuerzos para responder efectivamente al VIH, lo cual ha requerido de un trabajo coordinado entre sociedad civil, gobierno y las distintas agencias internacionales. No obstante, existen poblaciones cuyas necesidades continúan siendo desatendidas, situación que incrementa el riesgo de contraer VIH y aumenta las barreras para acceder al tratamiento y/o adherirse al mismo.
Las y los jóvenes representamos una de esas poblaciones clave, no sólo por ser un bono demográfico tanto a nivel nacional como mundial, si no porque somos sujetos de derechos y actores clave para el desarrollo de los países. Es así que a principios de este año, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, estableció el trabajo con mujeres y jóvenes como el quinto tema prioritario para su segundo periodo de gestión.
En principio, es importante señalar que no existe una única estrategia que permita superar las problemáticas que las y los jóvenes enfrentamos en este sentido ya que conformamos un grupo diverso de personas con puntos de vista y necesidades distintas. En ese sentido, las nuevas estrategias, programas y políticas tanto federales, como locales deberán:
1) Vincular e integrar las estrategias para promover la salud sexual y reproductiva de las personas jóvenes con aquellas enfocadas en prevenir las nuevas infecciones de VIH entre esta población. Hasta ahora, el gobierno mexicano a incumplido los acuerdos de la Declaración Ministerial, “Prevenir con educación”, firmada en 2008, en la cual los ministros de educación y salud de América Latina y el Caribe se comprometieron a:
a. Alcanzar hacia fines de 2015, una reducción de 75% en el número de escuelas que no brindan Educación Integral en Sexualidad.
b. Reducir en 50% el número de adolescentes y jóvenes que carecen de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva adecuados.
Esto con el fin de prevenir nuevos casos por VIH entre jóvenes y adolescentes a través de promover su acceso a la educación sexual y a servicios de salud sexual y reproductiva. No obstante, hasta 2011, México sólo había logrado un avance del 51%[1] siendo la Secretaría de Educación la que registró un menor avance en la implementación de la declaratoria con un porcentaje del 36%. Estos datos no sólo reflejan la necesidad de fortalecer la colaboración intersectorial, sino que también nos urgen a desarrollar políticas públicas para garantizar la efectiva implementación de la declaratoria, así como a destinar los recursos necesarios para lograrlo.
Sólo en la medida en que la salud sexual y reproductiva sea vista desde una perspectiva más amplia de bienestar, lograremos hacer frente al VIH en los diferentes niveles, y entre las distintas poblaciones.
2) Reconocer, visibilizar y atender las necesidades de mujeres jóvenes, jóvenes usuarios y usuarias de drogas, jóvenes trabajadoras y trabajadores sexuales, hombres jóvenes que tienen sexo con hombres –pertenezcan o no a la comunidad LGBT–, jóvenes migrantes, indígenas y jóvenes privadas y privados de su libertad.
a. En el caso de las adolescentes y mujeres jóvenes es necesario continuar y crecer los esfuerzos para prevenir y erradicar la violencia de género, contribuyendo así a aumentar su capacidad para protegerse del VIH. Por otra parte, es fundamental destinar mayores recursos y desarrollar campañas para promover las pruebas de detección entre esta población, y garantizar su acceso a los servicios de cuidado y tratamiento libres de estigma y discriminación.
b. En el caso de las y los jóvenes usuarios de drogas, y contrario a lo que la actual administración afirma, el uso y abuso de drogas ilegales entre jóvenes es superado importantemente por el consumo de alcohol (droga legal). En ese sentido, apelamos a que las estrategias de prevención en México se basen en programas de reducción de daños que resultan más efectivos y que entre otras consideraciones contemplan la atención a usuarios y usuarias de drogas NO inyectables.
c. En el caso de los hombres que tiene sexo con hombres es primordial que se diseñen programas y estrategias de prevención y atención acordes con las necesidades específicas en materia de salud sexual de esta población. Por otra parte, es necesario que en materia educativa se brinde información en materia de sexualidad desde un enfoque de respeto a las orientaciones sexuales diversas, dado que el bullying homofóbico es un factor que determina el que adolescentes y jóvenes tengan prácticas de riesgo para una posible infección por VIH así como otras IT’s.
d. Las personas transgénero enfrentan altos índices de estigma y discriminación, en principio, porque su expresión de género difiere de su sexo biológico. Esta vulnerabilidad se ve agravada por la falta de acceso a la información, servicios y oportunidades económicas. Como resultado, las personas transgénero a menudo se basan en el trabajo sexual como su única fuente de ingresos y supervivencia, colocando a esta población en una situación de doble vulnerabilidad.
Todo lo anterior debe formar parte de una estrategia integral que apunte a la incorporación y transversalización de la perspectiva de juventud entendida como un enfoque integral que analice el papel que las juventudes desempeñan en el contexto mexicano actual, identificando dónde y cómo se les controla, tutela o manipula, con el fin de generar condiciones de emancipación y autonomía que permita a las y los jóvenes tomar decisiones informadas y responsables sobre su salud sexual y reproductiva, contribuyendo así a reducir significativamente la incidencia y prevalencia del VIH entre al población joven.
Ante el cambio de administración federal, el nuevo gobierno no puede ni debe hacer caso omiso a las necesidades las y los jóvenes si realmente busca reducir a cero el número de nuevas infecciones. Por lo tanto hacemos un llamado a nuestros siguientes representantes para que trabajen articulados con la sociedad civil para el diseño de estrategias más integrales que integren las experiencias de trabajo de quienes estamos cercanos a las realidades de las y los jóvenes en el escenario
Asimismo, creemos esencial que se incluyan las perspectivas y participación de las y los jóvenes de las poblaciones clave, es decir, de mujeres jóvenes, jóvenes usuarios y usuarias de drogas, jóvenes trabajadoras y trabajadores sexuales, jóvenes de las poblaciones LGBT y jóvenes viviendo con VIH, lo anterior no sólo en los temas referentes a prevención del VIH y desde un enfoque de salud pública, sino desde un enfoque más amplio que incluya a estas poblaciones en el contexto de desarrollo, empleo, educación, migración, entre otros.
[1] Datos de la Coalición Mesoamericana para educación integral en sexualidad
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